Sin categoría

¿Quién te quita lo bailado?

 

Previously en: ¿Quién te quita lo bailado?

“…lo que hizo que mi desconcierto aumentara, para después escuchar:“Hoy voy a una clase de lambada, acompáñame” Esas fueron las palabras textuales. Ni más, ni menos…”

“….Minutos después me encontraba sentado en el colectivo, con mis “tennis” puestos, mi mejor y único perfume…”

“…Después de cuarenta minutos de viaje, llegue a destino. Al entrar a “Maluco Beleza”, el lugar donde se dictaría la clase, pude ver…”

“…Ahí estaba yo, por tomar mi primera clase de baile…”

NOW

Ahí estaba yo, por tomar mi primera clase de baile… Mientras me encontraba mirando cómo un grupo de alrededor de diez  parejas se movían en un intento de armonía al swing de la música, guiados por las instrucciones que daba el fruto de la unión entre  Mario Baracus y Bob Marley, quien curiosamente usaba  una musculosa digna de cualquier  nenita de 10 años [la cual daba la impresión de estar por estallar de un momento a otro], vi cómo una fémina se acercaba y me agarraba la mano; sin mediar palabras guiaba mi otra mano a su cadera, pegando su abdomen contra el mío (todo su cuerpo, mejor dicho), rodeándome  el cuello con su otro brazo y me diciéndome al oido: “1, 2 3 pausa y 1, 2 3 pausa” mientras realizaba un movimiento con los pies, que generaba un serpenteo desde sus piernas, pasando por sus muslos, llegando a su abdomen, y marcando de esta manera el ritmo en mi cuerpo. ¿Cómo se sentirían en esa situación?… Tal vez estén pensando que se sentirían como un Lorenzo Lamas, como un Brad Pitt en Troya… un hombre que tiene a la mujer a sus pies … Ja-Ja… ¡Ilusos! Si tan solo hubiesen estado ahí…

El hombre común no está acostumbrado a que pase algo como esto en la vida real, a uno no lo preparan para una situación así, es un “deja vu” en la Matrix, piensa uno en un primer momento. Pero ahí estaba yo… ella se había acercado y se había acoplado a mí con una naturalidad que me desconcertó. Obviamente, era su trabajo, lo hacía todos los días, pero yo no me preparé para ese momento. La verdad es que hoy en día me pongo a pensar y me enorgullece mi forma de actuar en aquel momento. Me puse colorado como un tomate, me temblaban las piernas, tartamudeé… estuve bárbaro, piensen que pude haber estado peor, o al menos así es como pienso yo, para sentirme orgulloso.

Ese fue mi primer contacto con la lambada –Zouk–. Después de ese primer contacto, después de aquella primera clase, todo se fue repitiendo una y otra vez y con el tiempo esa naturalidad que vi en aquella profesora la fui adquiriendo yo. De tomar clases una vez por semana, pasé a tomar clases todos los días, con diferentes profesores, y al cabo de cuatro meses me sentía un John Travolta; se me fueron los miedos, se me fue la vergüenza, me sentía libre bailando, y no sólo eso, una vez que uno prueba un ritmo, una vez que domina el pasar por una clase de baile, que domina esa resistencia social que tiene el hombre al baile, cuando uno logra pasar todo eso, se le abren las puertas de millones de lugares.

¿Qué les puedo decir…?

El baile para mí es muy importante, lo que yo intento hacer con estas crónicas es que ustedes, micos, vean de forma más “palpable” cómo un gamer se terminó transformando en un bailarín. Las próximas entradas ya van a ser de temas más específicos, pero les dejo un video de un show que presentamos con mi novia y unos amigos en el teatro Roma en Avellaneda,  al año de haber empezado a bailar, para que vayan teniendo un panorama. Por momentos se ve mal, pero es sólo una parte, después se ve bien. Espero que les guste.
(Soy el de rosa: Abstenerse de comentarios).

 

http://www.youtube.com/watch?v=njyZMRH78sY

Entrada anterior:
¿Quién te quita lo bailado?

 

Escribe un comentario